Docencia en dolor, cuidados paliativos y solidaridad, un bien moral. Por Wilson Astudillo y Carmen Mendinueta.

Los cuidados paliativos pueden ser un instrumento muy importante en la cooperación internacional, no solo porque son un movimiento que lucha contra el sufrimiento asociado a la enfermedad grave, sino también porque representan una renovación del espíritu humanístico de la Medicina, que abarca diferentes campos, con una nueva relación del cuidado médico/paciente y la unidad/paciente-familia.

“Cuidar es una actitud adecuada ante la vulnerabilidad de lo valioso. Es un plus gratuito que va más allá de la justicia y que crea lazos profundos en el corazón humano”, dice el filósofo y ensayista español José Antonio Marina.

En cooperación internacional, los cuidados paliativos pueden promover cambios a nivel personal, social, médico, interinstitucional entre profesionales del propio país y las de otros países, porque el sufrimiento relacionado con una enfermedad grave trata de un problema común a toda la humanidad y cómo enfrentarse al mismo desde la prevención, tratamiento y un apoyo médico social que compromete a familias, profesionales y políticos.

Los cuidados paliativos pueden influir sobre el sufrimiento grave actuando a diversos niveles:

  1. en la educación de los profesionales sanitarios desde su propio currículo formativo,
  2. en la sociedad en general a través de programas formativos a los cuidadores y voluntarios para atender mejor a los enfermos en sus casas, centrado en sus valores e ideales como personas
  3. fomentando la solidaridad social a través de facilitar un mejor acceso a los recursos psicosociales que existen para las familias con enfermos en estas circunstancias.

La educación puede ser un instrumento muy eficaz de cambio para los profesionales, en particular, de los países donde no existen o están poco desarrollados los cuidados paliativos y el alivio del dolor, tanto para ayudarles a manejar mejor la comunicación, el diagnóstico, la revelación de las malas noticias y el tratamiento del dolor.

También lo son para contribuir al intercambio, la solidaridad entre instituciones docentes hospitalarias para compartir técnicas, procedimientos y protocolos y crear trabajo conjunto en el futuro, generar equipos y fomentarlos.

Así ha sucedido en el caso de la Covid 19, donde se ha producido un gran intercambio de conocimientos solidario entre todos los científicos del mundo, para tratar de conseguir entre todos la vacuna, medicamentos eficaces contra la pandemia y/o reducir los efectos de la tormenta de citokinas.

Compartir no solo hace mejor a quien lo recibe, sino también a quien lo da. Modelos de esto hay muchos. La formación compartida de profesionales y el ejemplo puede acelerar la ruptura de mitos, malos hábitos y el aislamiento. Lo que puede alcanzarse a través de cooperantes y la creación de una red internacional de hospitales docentes solidarios.

Para que esto sea posible, es necesario evaluar dónde y cómo estamos para, de acuerdo con ello, poner los medios que nos faciliten el cambio, dar voz a los pacientes y fomentar un cuidado médico que tenga en cuenta a la persona, sus valores y dignidad.

De esta manera, la búsqueda del sufrimiento humano, que abarca muchos aspectos, ha conseguido que los cuidados paliativos vayan poco a poco incluyéndose, por ejemplo, como parte del tratamiento del cáncer desde sus fases iniciales; en el control de múltiples enfermedades crónicas y degenerativas; en minusvalías para dotar de algún bienestar a esos pacientes; en los equipos de auxilio a los supervivientes ante los grandes desastres naturales; etc.

Un elemento clave para lograr su pleno desarrollo en España es que exista una Ley de Cuidados Paliativos que favorezca su conocimiento y crecimiento, porque con ella puede cambiar significativamente la calidad de vida de muchos enfermos y de sus familias.

El sufrimiento en vez de alejarnos de la humanidad debe unirnos más a ella. Así, la necesidad de aliviar el producido por el cáncer a través de los paliativos en la década de los 60, debe motivarnos a trabajar en la prevención del cáncer, en especial de niños y aquellos tipos de cáncer susceptibles de curación en adultos, porque la mejor paliación es su prevención y tratamiento precoz.

Con esta actitud, lograremos reducir la mortalidad prematura que el cáncer produce, en particular, en los países pobres que afecta, la mayor parte de las veces, a los trabajadores en la plenitud de sus vidas, mucho de los cuales fallecen por falta del tratamiento adecuado cuando tienen las posibilidades de curarse.

Por ello, toda acción para aliviar el dolor, educar en el empleo adecuado de los opioides y el uso de las técnicas útiles de control y cuidados paliativos repercute en otros niveles y mejora la Medicina en general. 

Dice el Prof. Ruy Pérez Tamayo, que “el médico que no enseña, que no explica una y otra vez, tantas como sea necesario, lo que ha aprendido estudiando y atendiendo a sus enfermos, comete una grave falta de ética médica, es un médico inmoral”.

Todos tenemos la obligación moral de contribuir al universo de la formación que nos sirve a todos los miembros de la profesión para mejorar los cuidados y ofrecer el mejor servicio posible al paciente.

Autores: Wilson Astudillo y Carmen Mendinueta, Fundadores de Paliativos sin Fronteras, España psf@paliativossinfronteras.org

Referencia: Pérez Tamayo, Ruy. Revista Humanismo y Medicina. Facultad de Medicina de México. 2020, Vol. 53, Nº 6, 38-43, Nov-diciembre

16 de marzo de 2021